sábado, 17 de enero de 2009

Mascotas virtuales

Ya iba siendo hora de escribir la primera entrada del 2009 y quitar de la vista la entrada de Año Nuevo (por cierto, sigo sin saber quién borró su comentario y tengo curiosidad xD). En fin, ¿quién mejor para estrenar las entradas de 2009 que mi adorado Ángel Martín y uno de sus artículos? Además, no tengo nada más interesante para actualizar. No me pongo a hablar de Ángel porque no acabaría nunca. De todas formas, casi todos los que leéis esto sabéis lo mucho que lo admiro, así que paso de repetirme diciendo lo grande que es. Y mato al que haga chistes.


Os dejo con un artículo que me gusta especialmente por el último párrafo. Iba a poner uno sobre los tíos que no saben apuntar cuando van al baño, pero no quería problemas xD




"He comprado una casa para pájaros. En realidad, no es exactamente una casa. Es más bien una especie de coco con un agujero en el centro y un gorro de paja. Mi plan es tener pájaros independientes. Me gustan mucho los animales, pero no tengo tiempo para cuidarlos, así que ésa me pareció la mejor opción. Básicamente, he colgado el coco en la terraza y los pájaros vendrán cuando les salga del nabo. De hecho, puede que nunca llegue a ver a los pájaros que usen esa casa. Ahora mismo me siento como la madre de un adolescente: sé que han estado aquí porque hay menos comida en el coco.

Es lo malo de las mascotas: no han evolucionado lo suficiente como para poder cuidarse solas. Aunque hay algunas mascotas que no dan ninguna guerra, pero claro... ofrecen poco. Las tortugas, por ejemplo, no necesitan nada del otro mundo, pero tampoco ofrecen una tarde de diversión sin límite. Quiero decir: si tú tienes un perro, cuando llegas a casa, el perro se alegra. Se te tira encima, ladra, quiere jugar contigo... Pero una tortuga... Lo más divertido que puede hacer una tortuga es caerse boca arriba. Los peces tampoco me parecen especialmente entretenidos. Sobre todo, porque yo creo que a una mascota que sabes que cuando muera la vas a tirar por el váter... no puedes llegar a quererla nunca. Cuando yo era pequeño, en mi casa siempre había algún animal: perros, gatos, gusanos de seda, pájaros, pollitos, murciélagos... e incluso llegamos a tener un gallo. Ése es, probablemente, el momento más desconcertante de mi vida como adolescente: el día que mi hermana se presentó en casa con un gallo y dijo que se lo había encontrado dando una vuelta por la urbanización.

Pero ya no tengo tiempo para cuidar a un animal. Así que tengo que conformarme con un coco en mi terraza. Deberían inventar mascotas artificiales. Aunque viendo a la velocidad que va la robótica, creo que para conseguir algo que realmente parezca un perro falta mucho. Lo más nuevo en robots es uno capaz de dar volteretas infinitas. Me parece que cuesta unos seiscientos mil euros. Seiscientos mil euros y tienes un robot que da volteretas infinitas. ¿Quién compra eso? Y lo más importante: para qué sirve un robot que da volteretas infinitas? Sinceramente, que en 2008 el robot más avanzado sea uno capaz de dar volteretas infinitas me parece una mierda enorme. Y más cuando en la Plaza Mayor de Madrid hay un chino que por tres euros te vende un gato que salta hacia atrás y cae de pie. Eso sí que me parece acojonante. Y por cinco euros, el chino te regala un caballo pequeño que es capaz de girar alrededor de un palo durante horas. Pero seiscientos mil euros por un robot que da volteretas infinitas...

Lo que sí hay son mascotas virtuales. Han creado una especie de videojuego que consiste en cuidar animales. El otro día estaba esperando mi turno en una peluquería y a mi lado una niña estaba dando de comer a su caballo. Si tienes 25 años o más, recordarás los tamagotchis. Era aquella mierda pixelada a la que tenías que darle de comer, jugar con él y limpiarle el culo cada vez que cagaba o si no, se moría. Las primeras tres horas era divertidísimo, pero a la cuarta estabas hasta los huevos del tamagotchi. De hecho, llegaba un momento en el que lo divertido era jugar a matarlos.

Bueno, pues ahora han inventado una cosa exactamente igual, pero en lugar de un cuadrado con antenas, es un perro, un gato o un caballo. Sigo sin ver qué tiene de entretenido tener un perro virtual. No hay obligaciones. Nadie dice: "Tengo que irme a casa porque mi perro virtual lleva todo el día solo".


Lo que tengo cada vez más claro es que antes, ser niño molaba más. Si tus padres no te compraban un perro..., te lo inventabas. En mi clase todos los niños teníamos animales imaginarios. Hasta que llegó Pedro con su dragón y se los comió a todos. Pero incluso ese día fue divertido porque, a la hora del patio, jugamos a darles poderes mágicos para revivirlos. Ser niño antes molaba más. O yo fui muy feliz.
"


















PD: Viena en Abril *____* Ay, que se me cae la baba *__*